Ya estábamos a pocas horas
del concierto, estando a una cuadra cerca del “Sony Center For Perfomings Arts”,
se podía sentir toda la magia que embargaba el local, era algo completamente
inexplicable.
Estando en la entrada del
teatro, observaba a la gente, grandes y pequeños caracterizados de los
distintos personajes de la saga, un pequeño y valiente Link, una dulce y tierna
Zelda, una escuálida Ruto, un malvado y atroz villano Ganondorf, entre otros
personajes de la saga.
Una vez adentro me embargó
la emoción, la magia y la locura de poder apreciar a todos, conversar y, sobre
todo, ver en los ojos de estas personas la emoción de asistir a un lugar que
solamente creían que podía existir dentro de un mundo digital.
15 minutos antes de comenzar nos hicieron pasar a la sala, la emoción embargaba, y con cada paso, volvía a ser un niño, con mi Nintendo 64, mis cartuchos de Ocarina of time y Majora’s Mask, regresaba toda la ilusión al pensar que era Link e iba a salvar al mundo.
A la hora pactada, 7:00 pm,
los artistas subieron al escenario, podíamos escuchar los pasos, se apagaron
las luces y solo quedaron aquellas que los iluminaban. La directora dio pie a
la gala marcando el tiempo.
Comenzó la noche con una variación
épica del tema principal del juego, ya con ello nos daba una idea de lo que
sería el resto de la noche. En lo que iba de la canción, pasaron varias escenas
de los videojuegos de The Legend of Zelda, de manera cronológica, empezando desde la consola portable del Game Boy, hasta
el Nintendo Wii, pasando por la consola de Nintendo 64 y hasta la olvidada Game
Cube.
La emoción que transmitía aquella
melodía, solo se podía vivir al encender la consola y empezar a jugar, y el
hecho de tener a esas personas frente a nosotros, bendecidas con el don de la
música e interpretando aquella melodía que añoraba de la infancia, fue algo que
embargó de nostalgia a todos los que estuvimos presentes.
Terminó, y el productor Creativo, Jeron Moore, junto al director musical, Chad Seiter, y salieron en escena, dieron unas palabras emotivas, presentaron a
la directora, Susie Seiter, y nos trasmitieron un poco de lo que ibamos a ver, para luego continuar con la fiesta.
Se escuchó Link’s Awakening,
primer videojuego de la saga, que, a más de uno, le trajo los mejores recuerdos
con su Game Boy Advance, al igual que las imágenes que se proyectaban detrás de
los músicos de como Link vencía a las fuerzas del mal y restauraba la paz
dentro de Hyrule.
Justo cuando el público
tenía las revoluciones a más no poder, tocaron una suite de canciones en torno
a la trifuerza, la princesa Zelda y a las hadas, son diferentes sinfonías que toca
Link con su clásica ocarina, y cada una de estas tienen un poder distinto, en
nuestro caso, la canción del tiempo sí tuvo un efecto mejor de lo esperado.
Ya estábamos atrapados en
los brazos de Morfeo, o de Zelda mejor dicho, cuando de repente empiezan con un
tono extraño que pareciese algo místico, y de pronto presentan la historia de
la formación de la tierra, junto a las grandes hadas, Din, Farore y Nayru, un
pequeño sonido de los violines y el arpa nos anunciaban el inicio de Ocarina of
Time, uno de los juegos emblemáticos de la saga para Nintendo 64. “Por qué
recordar es volver a matar a Ganondorf, rescatar a la princesa y salvar Hyrule”
Salieron de nuevo Jeron y Chad, la
gente ya estaba con toda la euforia. Palabra que decían ellos, palabra que se
aplaudía, inclusive una persona del público les gritaba “¡Toma mis rupias!”, a
lo cual, gustosamente, Jeron, le contestó “¡Sí, sí las tomo!”
Entra en escena, nuevamente,
Susie, para dar cátedra de “The Wind
Waker”, fue el punto en que todos estábamos en lo alto, volando junto al
espíritu del aire, Valoo, dirigiéndonos a la isla del Diablo a rescatar a
Abril, hermana de Link, para derrotar de
nuevo a Ganondorf y a su ave mascota, Kranos.
Ahora era turno de contar la
otra parte de la historia, Gerudo Valley, lugar donde nace Ganondorf,
adentrándonos con Epona, yegua amiga de Link, desmembrando toda una villa
militar, los dos contra el mundo.
Pausa.
A lo lejos, se escuchó el
tema principal del templo del tiempo, sabíamos que era hora de algo más reciente,
Twitlight Princess, el comienzo de la legenda de Link, el lobo solitario, la música nos relataba el viaje que realiza Link
por toda la trama, empezando a llegar al sitio donde, Hyrule, lo ve convertirse en un héroe, indagar el
motivo de su llegada, entrar en pánico al convertirse en lobo y más aún de
llegar a derrocar nuevamente a Ganondorf, liberando el sello que este mismo
había puesto a Midna, Reina del crepúsculo.
Se apagaron las luces,
escuchábamos una tonada épica, como si fuera el señor de los anillos, pero no,
era “A Link to the past”, empezando por los calabozos del palacio de Hyrule,
rescatando a Zelda. Una vez salvada, suena su canción de cuna, capaz de
desbloquear cualquier puerta del tiempo, que seguramente eso hizo con todos
nosotros.
Todo era felicidad, hasta
que el malvado mago atacó de nuevo, (porque no hay primera sin segunda), ahora
nos enfrentábamos al alter ego del mundo oscuro, reclamando el premio mayor, la
trifuerza en todo su esplendor.
Acabó, los músicos hicieron
una reverencia y el público se levantó a aplaudir, ya no se daba más, estaba
extasiado por tantas emociones juntas, todos los recuerdos, por poco y se
rompían cosas por todo esto.
Susie y la orquesta filarmónica de Toronto junto al
coro Elmer Iseler, nos deleita una vez más, con Majora’s Mask, básicamente
contándonos la historia por medio del juego de la flauta, el arpa y la
percusión, dándonos la calma antes de la tormenta, antes de ver a la
reencarnación del mal, Majora, luchas contra él y evitas que la luna destruya
el mundo.
Para cerrar con broche de
oro, tocaron la sinfonía de las diosas, cuando todo está en paz, la armonía y
la esperanza afloran, pero siempre estará latente el mal y he ahí cuando Link volverá,
para poner orden dentro del caos.